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Sófocles

deletas y este incienso, porque Edipo tiene el alma turbada por numerosas inquietudes, y no juzga, como un hombre prudente, los recientes oráculos según los oráculos pasados, sino que cree al que le anuncia terrores. Puesto que yo no le tranquilizo en nada, vengo á ti suplicante, con estas ofrendas, ¡oh Apolo Licio, que eres el más próximo á nuestras moradas! á fin de que pongas á esto un término feliz, porque estamos todos llenos de confusión viendo así aterrorizado al que tiene la caña del timón de la nave.

Sepa de vosotros, ¡oh extranjeros! dónde está la morada del rey Edipo. Decidme dónde está él mismo, si lo sabéis.

Estas moradas son las suyas, y en ellas se encuentra, ¡oh extranjero! Esta mujer es la madre de sus hijos.

¡Que la venerable esposa de Edipo se vea feliz y rodeada de felices!

Seas feliz igualmente, ¡oh extranjero! Lo mereces á causa de tus buenas palabras. Pero di á qué has venido y qué noticias traes.

Cosas favorables para tu morada y para tu esposo, mujer.

¿Cuáles son? ¿Quién te ha enviado á nosotros?

Vengo de Corinto. Espero que lo que te voy á decir te será agradable. ¿Por qué no? Sin embargo, quizá te entristezca.

¿Qué noticia es esa? ¿Cómo tendrá ese doble resultado?

Se dice que los habitantes del Istmo van á hacer rey á Edipo.