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Edipo, rey

Esto se supo en la ciudad un poco antes de que tú llegases á ser rey de esta tierra.

¡Oh Zeus! ¿qué quisiste que hiciera?

Edipo, ¿de dónde proviene ese terror?

No me preguntes nada todavía. Pero, dime, ¿qué aspecto era el de Layo? ¿Cuál era entonces su edad?

Era de elevada estatura, y su cabeza empezaba á blanquear, y su rostro se parecía al tuyo.

¡Desgraciado de mí! ¡Parece que, sin saberlo, me he lanzado á mí mismo horribles imprecaciones!

¿Qué dices? ¡yo te conjuro! Ciertamente, tiemblo al mirarte, ¡oh Rey!

Temo demasiado la clarividencia de ese adivino. Me darás más luz si me dices todavía una sola cosa.

Estoy espantada. Sin embargo, te diré, si la sé, la cosa que me preguntas.

¿Caminaba con corto número de acompañantes, ó llevaba numerosos satélites, con arreglo á la costumbre de una persona real?

Eran cinco, y, entre ellos, un heraldo. Un solo carro llevaba á Layo.