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Sófocles

Debes ser prudente también en lo que á mí toca. Eres un malvado.


¡Cómo! ¿y si pensases mal?

No debes menos obedecer.

Pero no á un mal dueño. ¡Oh ciudad! ¡oh ciudad!


Y yo también soy de esta ciudad. No es ella para ti solo...

Cesad, ¡oh Reyes! Veo, en efecto, á Yocasta que sale oportunamente de las moradas. Conviene que ella apacigüe esta querella.

¡Oh desgraciados! ¿Por qué trabáis esta pelea insensata de palabras? ¿No os sonrojáis, estando tan castigada esta tierra, de promover disensiones privadas? Tú, entra en lamorada; y tú, Creón, vete á la tuya. Temed hacer una gran querella de lo que no es nada.

Hermana, Edipo, tu marido, se dispone á tratarme con gran crueldad, dándome á elegir entre dos males, ó que me arroje de la ciudad ó que me mate.

Lo confieso, mujer, porque le he sorprendido urdiendo contra mí un plan lleno de pérfidos ardides.