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Edipo, rey

No sabía que ibas á hablar como un insensato; porque, de saberlo, no te hubiese instado á venir á mi morada.

Te parezco insensato, pero los que te engendraron me tenían por sabio.

¿Quiénes son ellos? ¡Alto ahí! ¿Cuál de los mortales me engendró?

El mismo día te hará nacer y te hará morir.

Todas tus palabras son oscuras é incomprensibles.

¿No sobresales en comprender tales oscuridades?

Me reprochas lo que me hará grande.

Eso mismo es lo que te ha perdido.

He libertado á esta ciudad y no me pesa de ello.

Me voy, pues. Tú, joven, guíame.

¡Ciertamente, que te guíe, porque estando presente me turbas y me molestas! Lejos de aquí, no me darás pesadumbre.

Me iré, pero diré primero por qué he venido aquí sin miedo á tu semblante, porque serás siempre impotente para perderme. Ese hombre que buscas, el amenazado por tus