No sabía que ibas á hablar como un insensato; porque, de saberlo, no te hubiese instado á venir á mi morada.
Te parezco insensato, pero los que te engendraron me tenían por sabio.
¿Quiénes son ellos? ¡Alto ahí! ¿Cuál de los mortales me engendró?
El mismo día te hará nacer y te hará morir.
Todas tus palabras son oscuras é incomprensibles.
¿No sobresales en comprender tales oscuridades?
Me reprochas lo que me hará grande.
Eso mismo es lo que te ha perdido.
He libertado á esta ciudad y no me pesa de ello.
Me voy, pues. Tú, joven, guíame.
¡Ciertamente, que te guíe, porque estando presente me turbas y me molestas! Lejos de aquí, no me darás pesadumbre.
Me iré, pero diré primero por qué he venido aquí sin miedo á tu semblante, porque serás siempre impotente para perderme. Ese hombre que buscas, el amenazado por tus