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Edipo, rey

¿Qué dices? Sabiéndolo todo, ¿no hablarás? ¿Pero es que tienes el propósito de traicionarnos y perder á la ciudad?

No abrumaré de dolor ni á mí ni á ti. ¿Por qué me interrogas en vano? Nada sabrás por mí.

¡Nada! ¡oh el peor de los malvados, no dirás nada! Ciertamente, pondrías furor en un corazón de piedra. Así, ¿permanecerás inflexible é intratable?

Me reprochas la cólera que excito, y desconoces la que debes excitar en los demás. ¡Y sin embargo, me reprendes!

¿Quién no se irritaría, en efecto, oyendo tales palabras con las cuales menosprecias á esta ciudad?

Las cosas se cumplirán ellas mismas, aunque yo las calle.

Puesto que esas cosas futuras se han de cumplir, puedes decírmelas.

No diré nada más. Déjate arrastrar, como te plazca, á la más violenta de las cóleras.

Ciertamente, inflamado de furor como estoy, no callaré nada de lo que sospecho. Sabe, pues, que me parece que tomaste parte en el asesinato, incluso que lo cometiste, aunque no matases por tu mano. Si no estuvieras ciego, te acusaría á ti solo de aquel crimen.

¿De veras? Pues yo te ordeno obedecer el decreto que has