No me niego, ciertamente, á llevarte.
¿Construirás la hoguera, tal como yo lo he dicho?
A condición de que no la toque con mis manos. Pero yo haré lo demás, y mis cuidados no te faltarán.
Con eso basta. Agrega á éstos un servicio más pequeño.
Aunque sea más grande, te lo prestaré.
¿Conoces á la hija de Eurito?
Quieres decir Yole, según creo.
Tú lo has dicho. Pues bien; hijo, yo te mando esto. Después que yo haya muerto, si quieres obrar piadosamente y acordarte del juramento hecho á tu padre, la tomarás por esposa y no me desobedecerás. ¡Que ningún otro hombre se una á aquella que ha dormido á mi lado! Pero tú, despósate con ella. Ya que me has obedecido en las cosas grandes, no desobedezcas en las menores, renunciando así á mi gratitud.
¡Oh Dioses! Está mal irritarse contra un moribundo, pero ¿quién podría soportar esto con calma?
Según eso, ¿no quieres hacer nada de lo que yo digo?