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Sófocles

hombre que ha tomado por esposas el mayor número de mujeres? Ninguna de ellas ha recibido jamás de mí una mala palabra ni un ultraje. Lo mismo ésta, aun cuando Heracles se consumiera por ella, porque yo he experimentado una grandísima compasión al ver que su belleza había desolado su vida, y que, sin quererlo, la desgraciada había causado la ruina y la servidumbre de su patria. ¡Pero que estas cosas sigan su curso! En cuanto á ti, te lo advierto, cualquier cosa que hagas con los demás, conmigo es preciso que digas siempre la verdad.

Obedece las buenas palabras de esta mujer; no te lo reprocharás después, y tendrás mi gratitud.

¡Oh querida dueña! Puesto que te veo, mortal entre los mortales, prudente y llena de indulgencia, te diré toda la verdad y no te ocultaré nada. Todo es como éste ha dicho. Un violento deseo de esta virgen se ha apoderado de Heracles, y ella es quien ha causado la destrucción por la lanza de la desventurada Ecalia, su patria. Pero es justo decir, en favor de Heracles, que no me ha ordenado el silencio y que no ha negado su amor. Yo solo, ¡oh señora! por miedo de afligir tu alma con una noticia semejante, he incurrido en falta, si, á pesar de todo, lo crees así. Y ahora, puesto que lo sabes todo, es conveniente, para tu esposo y para ti misma, que soportes á esa mujer y no retires las palabras que le has dicho. Heracles, en efecto, vencedor en todos sus demás combates, ha sido vencido por este amor.

Ciertamente, yo pienso proceder así. No aumentaré mi desgracia resistiendo en vano á los Dioses. Pero entremos en la morada, para que lleves un mensaje y presentes á cambio de los que me han sido enviados. No es conveniente que partas sin nada, habiendo venido con ese numeroso cortejo.

Estrofa

Cipris manifiesta siempre su fuerza invencible. No referiré las derrotas de los Dioses, ni cómo ella engaña al Cro-