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Antígona

Mis consejos, al menos, no te han faltado.

Hablas prudentemente para éstos, y yo parezco prudente á los muertos.

Pero esta falta pertenece á las dos.

¡Cobra ánimo, vive! En cuanto á mí, mi alma ha partido ya y no sirve mas que á los muertos.

Creo que una de estas jóvenes ha perdido el sentido y la otra es insensata de nacimiento.

El sentido de los desgraciados ¡oh Rey! no sigue siendo lo que ha sido y cambia de naturaleza.

Ciertamente, el tuyo ha cambiado, puesto que quieres haber obrado mal á medias con los impíos.

¿Cómo podré vivir sola y sin ella?

No hables de ella, porque ya no existe.

¿Matarás, pues, la prometida de tu propio hijo?

Se pueden fecundar otros senos.

Nada convenía más á uno y á otro.