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Antígona

Ades aplica á todos las mismas leyes.

Pero el bueno y el malo no reciben el mismo trato.

¿Quién puede saber si ello es así en el Hades?

Jamás un enemigo, aun muerto, se mira como un amigo.

Yo he nacido, no para un odio mutuo, sino para un mutuo amor.

Si tu naturaleza es de amar, ve entre los muertos y ámalos. Mientras yo viva, no mandará una mujer.

He ahí, ante las puertas, á Ismena, que vierte lágrimas por causa de su hermana. La nube que cae de sus cejas altera su rostro, que se enrojece, y surca de lágrimas sus bellas mejillas.

¡Hola! ¡Tú, que has entrado secretamente en mi morada, como una víbora, para beber toda mi sangre, porque yo no sabía que alimentaba dos calamidades, dos pestes de mi trono, ven! Habla al fin: ¿confesarás que has ayudado á ese sepelio, ó jurarás que lo ignorabas?

Yo he cometido ese delito, si ésta, por su parte, lo confiesa. He participado en el hecho y en el delito.

La justicia no consiente esto, porque tú no has querido obrar y yo no he hecho nada en común contigo.