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Antígona

No lo sé, porque nada había sido cortado con la pala ni cavado con la azada. La tierra estaba dura, áspera, intacta, no surcada por las ruedas de un carro; y el que ha hecho la cosa no ha dejado huella. En cuanto el primer vigilante de la mañana nos hubo dado á conocer el hecho, éste nos pareció un triste prodigio. El muerto no aparecía visible, sin que estuviese encerrado bajo tierra, sin embargo, sino enteramente cubierto por un polvo ligero á fin de escapar á toda profanación. Y no había señal ninguna de bestia fiera ó de perro que hubiese venido y arrastrado el cadáver. Entonces, comenzamos á injuriarnos, cada guardián acusando al otro. Y la cosa hubiera acabado á golpes, porque nadie había allí para evitarlo, y todos parecían culpables; pero nada estaba probado contra nadie, y cada cual se justificaba del delito. Estábamos dispuestos á coger con las manos un hierro enrojecido, á atravesar las llamas, á jurar por los Dioses que no habíamos hecho nada, que no sabíamos ni quién había meditado el crimen, ni quién lo había cometido. En fin, como buscando no encontrábamos nada, uno de nosotros dijo una palabra que hizo que bajásemos todos la cabeza de terror; porque no podíamos ni contradecirla, ni saber si aquello se volvería felizmente para nosotros. Y esta palabra era que era preciso anunciarte la cosa y no ocultarte nada. Esta resolución prevaleció, y la suerte me ha condenado, á mí, infortunado, á traer esta gran noticia! Estoy aquí contra mi voluntad y contra la de todos vosotros. Nadie gusta de ser mensajero de desgracia.

Ciertamente, ¡oh Rey! estoy pensando hace rato: ¿no ha sido esto hecho por los Dioses?

Cállate, antes de que tus palabras hayan excitado mi cólera y para evitar ser tomado por viejo é insensato. Dices una cosa intolerable al decir que los Dioses se preocupan de ese muerto. ¿Le han concedido, pues, como á un bienhechor, el honor de la sepultura, á él que vino á quemar sus templos sostenidos por columnas y los dones sagrados, devastar su tierra y destruir sus leyes? ¿Ves á los Dioses honrar á los perversos? Eso no ocurre. Pero desde hace tiempo al-