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Sófocles

deré junto al que me es amado; porque más tiempo tendré para agradar a los que están bajo tierra que á los que están aquí. Allí es donde estaré tendida para siempre. Pero tú desprecia á tu arbitrio lo que hay de más sagrado para los. Dioses.

No lo desprecio, pero no me siento con fuerza para hacer nada contra la voluntad de los ciudadanos.

Toma ese pretexto. Yo iré á elevar una tumba á mi hermano muy querido.

¡Ay! ¡Cuánto temo por ti, desgraciada!

No temas nada por mí; no te inquietes mas que de lo que á ti se refiere.

No confies al menos tu designio á nadie. Obra secretamente. Yo me callaré también.

¡Ay! Habla en alta voz. Más odiosa me serás si te callas que si revelas esto á todos.

Tienes un corazón ardiente para lo que exige sangre fría.

Complazco así, lo sé, á aquellos á quienes conviene que complazca.

Si puedes, sin embargo; pero intentas algo que es superior á tus fuerzas.

Me detendré, pues, cuando no pueda hacer más.