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Sófocles

tir, que tiene el espíritu en demencia; porque una larga vida contiene muchos males, y el que desea demasiado no ve la alegría donde ella está. ¡Y he aquí que viene, al fin, la común curadora, la Moira de Ades, sin nupcias, sin lira, sin danzas, Tanato, la última de las cosas!

Antistrofa

No haber nacido vale más que todo. Lo mejor, después de esto, desde que se ha visto la luz, es volver con gran prontitud á la noche de donde se ha salido; porque, desde que la juventud llega con las futilidades insensatas que trae, ¿por qué males lamentables no se está alcanzado? Las muertes, las sediciones, las querellas, los combates y la envidia; y, al fin, sobreviene la vejez odiosa, sin fuerzas, triste y sin amigos, y que contiene todas las miserias.

Epodo

No he llegado á ella solo, sino este desgraciado también. Lo mismo que en invierno una ribera boreal es azotada por todos lados por las olas, lo mismo las crueles calamidades que no le dejan se precipitan como las olas contra este hombre, las unas viniendo del occidente, las otras del levante, otras de los lugares alumbrados por Helios al mediodía, y otras del norte lleno de soplos nocturnos.

He aquí que viene á nosotros, á lo que me parece, ¡oh padre! ese extranjero sin acompañantes y vertiendo lágrimas.

¿Quién es? Aquel en quien pensamos hace largo tiempo, el propio Polinice, que he aquí.

¡Ay! ¿qué haré? ¿Lloraré ante todo, ¡oh jóvenes! mis propios males ó estos que veo, estos de mi anciano padre? Le encuentro con vosotras lanzado en tierra extraña, bajo un vestido sucio y repugnante, que mancha su costado y no forma mas que uno con su viejo cuerpo; y sobre su cabeza sin ojos, su cabellera esparcida se extiende al viento. Y tales