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Edipo en Colono

¿Qué dices?

RN COLONO


He aquí lo que he sufrido.

¡Que uno de vosotros corra con gran prontitud hacia esos altares; que reuna al pueblo entero, caballeros y peones, á fin de que todos, dejando el sacrificio, se precipiten al lugar en que los dos caminos no forman mas que uno, de manera que las jóvenes doncellas no puedan pasar más allá y que yo no me vea burlado por este extranjero, siendo vencido por él! ¡Ve, y prontamente, como lo he ordenado! En cuanto á éste, si yo cediera á la cólera que merece, no lo despacharía sano y salvo de mis manos; pero será juzgado por las mismas leyes que ha alegado, no por otras. Porque no te irás de esta tierra antes de haberme vuelto aquí esas jóvenes, habiendo cometido un crimen indigno de mí, de aquellos de quienes naciste y de tu patria. ¡Has venido, en efecto, á una ciudad que honra la justicia, que no hace nada contra el derecho; y, precipitándote contra la autoridad menospreciada de las leyes, te llevas por fuerza lo que quieres y te apoderas de ello violentamente! ¿Has creído que mi ciudad estaba vacía de hombres ó era esclava de álguien, y que yo no era nada? Sin embargo, los tebanos no te han instruído en el mal. No acostumbran ellos á formar hombres injustos, y no te aprobarían si supiesen que nos despojas, á los Dioses y á mí, arrastrando por fuerza á suplicantes desgraciados. Ciertamente, si yo entrase en tu tierra, aun por la más justa de las causas, no arrebataría ni me llevaría nada contra el deseo del jefe, cualquiera que fuera, sino que sabría cómo debe obrar un extranjero para con los ciudadanos. Tú deshonras tu propia tierra, que no lo merece; y los numerosos días que han hecho de ti un anciano, te han quitado la inteligencia. Ya lo he dicho, y vuelvo á decirlo: ¡que traigan con gran prontitud á esas jóvenes, si no quieres habitar aquí por fuerza y contra tu voluntad! Y te digo esto con la lengua y con el pensamiento.

¡Mira adónde has llegado, extranjero! Por tu raza pareces un hombre justo, pero te muestras tal como eres haciendo el mal.