Hablas insolentemente. Bien pronto se hará, lo prohiba.
menos que el rey de esta tierra
¡Oh lengua imprudente! ¿Vas á tocarme, pues?
Ordeno que te calles.
¡Que estas Divinidades me dejen cargarte de nuevo de maldiciones, ¡oh perversísimo, que me arrancas violentamente el solo ojo que me quedaba, á mí ya sin ojos! Por eso, pueda Helios, aquel de los Dioses que ve todas las cosas, infligirte, así como á tu raza, en vuestra vejez, una vida tal como la mía.
¿Veis, habitantes de esta tierra?
Nos ven, á mí y á ti, y comprenden que me vengo con palabras de la violencia de tus acciones.
No reprimiré, por cierto, mi cólera, y te me llevaré á la fuerza, aunque solo y cargado de años.
¡Oh qué desgraciado soy!
Extranjero, has venido con una gran audacia, si piensas llevar á cabo esto.
Lo pienso.