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Edipo en Colono

Una voz divina les constreñirá.

¿Qué calamidad temen, según esos oráculos?

Está en el destino que sean dominados por los habitantes de esta tierra.

Pero ¿de dónde se originarán esas querellas entre ellos y nosotros?

¡Oh carísimo hijo de Egeo! No es dado mas que á los Dioses no envejecer y no morir jamás, y todo lo demás es dominado por el tiempo. El vigor de la tierra se agota como el del cuerpo, la fe perece, y la perfidia crece y la reemplaza. No siempre sopla un mismo viento propicio entre amigos y de ciudad á ciudad. Las cosas que les placían les son ahora amargas y les placerán de nuevo. La paz y la tranquilidad son estables hoy entre los tebanos y tú; pero el tiempo, desarrollando días y noches innumerables, hará que, con un ligero pretexto, rompan con la lanza la concordia y la alianza presentes. Entonces, mi cuerpo frío y adormecido bajo la tierra beberá su sangre toda caliente, si Zeus es todavía Zeus, y si el hijo de Zeus, Febo, es verídico. Pero no me place decir cosas que es preciso callar. Permíteme que me atenga á lo que ya he revelado. Entretanto cumple tu promesa. No dirás nunca que has recibido á Edipo como un habitante inútil de este país, á menos que los Dioses no me hagan mentir.

Rey, hace ya largo espacio que este hombre promete asegurar tales ventajas á nuestra tierra.

¿Quién podrá renunciar á la benevolencia de un hombre tal que, ante todo, tenía derecho de sentarse entre nosotros en el altar hospitalario, que ha venido como suplicante de las Divinidades y que ofrece un tal tributo á esta