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Sófocles

Habla.

¡Oh Dioses! Hija mía, ¿qué diré? SÓFOCLES

Habla, puesto que te ves obligado á ello.


Hablaré, puesto que no puedo ocultar nada.

Tardas demasiado. ¡Vamos, date prisa! ¡Ah! ¡ah!

¿Conocéis á un hijo de Layo... ¡Oh Zeus!

y á la raza de los Labdácidas? ¿Eres tú?


¿Y al desventurado Edipo?

¡Ah! ¡ah! ¡Qué desgraciado soy!


No concibáis ningún terror por mis palabras.