Me regaló. Por su virtud mil veces
Emboscarse le vi trocado en lobo,
Mudar sembrados de una parte en otra,
Abrir sepulcros y evocar las almas.
Cantos, traedme de la villa á Dafnis.
Lléva, Amarili, estas cenizas fuera,
Y á la corriente arrójalas, por cima
De la cabeza, y á mirar no tornes.
Es arbitrio postrero; el fementido
Ya ni de dioses ni de ensalmos cura.
Cantos, traedme de la villa á Dafnis.
—Mas ¿no ves (¡oh portento!) la ceniza,
Apenas en llevarla me detengo,
Cuál de sí misma se ha encendido, y cómo
Con trémulo fulgor envuelve el ara?
¡Para bien sea!—oscuro está el aguero...
Mas Hílax fiel en los umbrales ladra.
¿Es ciego error de alucinada amante,
Que siempre los amantes se alucinan?
Cesad ¡oh cantos! De la villa torna,
Torna rendido á mis conjuros Dafnis.
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AMATORIAS Y ELEGIACAS