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ISCHIA
Y su oración fervorosa
Enfrenó las tempestades.
Nada hay bajo el cielo ahora
Que no se aduerma ó no ame:
En el campo soñolientas
Cierran las flores sus cálices.
Reclínanse en la ribera
Mansas las ondas; la madre
Natura, entrando la noche,
Como aletargada yace.
Para nosotros de musgo
Se han tapizado los valles;
El pámpano revoltoso
Gira en pliegues ondeantes;
Y el aliento de las olas
Orea los naranjales,
Y mis cabellos perfuma
Con las flores que deshace.
Vén, y gozando de aquestas
Apacibles claridades,
Bajo el jazmín entonemos
Las canciones que tú sabes;
Hasta el hora en que la luna
Más hacia Miseno avance,
Y palidezca, al herirla
Los fulgores matinales.