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ISCHIA

Sigue á la virgen, que resiste y cede
A su ímpetu ardoroso.

Como suspiro de adormido infante
Dulce rumor dilátase doquiera:
¿Eco es talvez de la celeste esfera?
¿Voz de las aguas? ¿ó gemido amante
Que exhaló la ribera?

¿Le oís? Se alza, y desciende, y vago gira,
Y extínguese. De dicha en el exceso
Humano corazón quéjase opreso;
También Natura así de amor suspira
Del placer bajo el peso.

Gozad, mortales, del raudal de vida
Que brota en ondas y desborda lleno:
Os guía el astro del amor sereno,
Y Noche placidísima os convida
A su místico seno.

¿No ves la luz que tiembla en la colina
Cual faro amigo? Próvido encendióla
Amor. Allí, cual lánguida amapola,
A su amado esperando, el cuerpo inclina
La fiel amante sola.

Y los ojos levanta humedecidos,
Que copian el azul del firmamento;
y recorriendo el músico instrumento
Con mano errante, mágicos sonidos
Da al apacible viento.