¡Venid, recuerdos, mi único recreo!...
¡Ah! la gramosa calle ya distingo
Que al ara santa aquel feliz domingo
Nos condujo á los dos.
La inquieta sombra de los tilos veo
Acariciando la menuda grama.
¡Ay! tú pasabas entre sombra y rama
Como etérea visión.
Blancas cual la azucena eran tus ropas,
Como ella casta y pura tu alma era;
Parecías, graciosa mensajera,
Del cielo descender.
Con ternura los árboles sus copas
Doblaban por besar tu ebúrnea frente,
Y el pudoroso trébol reverente
Te acariciaba el pie.
"¡Dormid, dormid en este santo día
Angustias y cuidados mundanales!"
El coro canta. Armónicos raudales
Ascienden hasta Dios.
El sol por la entreabierta celosía
Un rayo vierte en la extendida sala
Que el polvo dora, y la soñada escala
Semeja de Jacob.
El viento perfumado á cada instante
Besa y agita con su soplo blando
Las páginas del libro venerando
Que está sobre el altar.
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UN RAYO DE SOL