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Ajenas, almas duras
Incapaces de llanto,
¿Cómo tu voz celeste nos deleitara tanto?

Más que humana elocuencia
Que en ecos se dilata.
Más que toda la ciencia
Que en libros se recata,
¡Desdeñador del mundo! tu arte al poeta es grata.

¡Oh, si parte siquiera
De ese inexhausto río
De mis labios fluyera.
Cual mudo me extasío
Absorto el universo oyera el canto mío!


XXVII

LA MARIPOSA

Nacer en primavera
Y efímera morir como la rosa;
Cual céfiro ligera
Empaparse en esencia deliciosa
Y en el diáfano azul que la embriaga
Nadar tímida y vaga;