á darles nueva forma. Una excelente revista inglesa[1] se ha quejada de lo mal representada que aparece la poesía inglesa en la Historia Universal de la Literatura por Gubernatis; y cualquier español extrañará la elección que de ciertas poesías hicieron Bryant, Longfellow y otros, para presentar en inglés muestras de poesía castellana. Una es la popularidad nacional, otro el crédito que algunos escritores alcanzan en otras naciones, ó el interés que despiertan en un lector extranjero. Gubernatis reconoce que siendo Young, entre los ingleses, apenas un poeta mediano, hizo popular fuera de su tierra la poesía sentimental, y llevó tras sí legiones de imitadores. ¿Qué mucho, si no sólo en España[2], sino aquí mismo, á principios del siglo, ya traducía el Dr. Gruesso, de Popayán, las Noches, y se hablaba de Young como del más extraordinario poeta del mundo? Y mientras Young, y el fingido Ossián, y Byron, mayor que ellos, y otros meteoros deslumbran el mundo entero, las estrellas fijas de la poesía inglesa quédanse allá alumbrando á las Islas Británicas, sin que llegue su luz á los continentes! Alguna, aunque muy pequeña parte de ella, se ofrece á los lectores en esta colección, en las
- ↑ Saturday Review, Sept. 1883.
- ↑ El poema Zaragoza que á los veinte años de su edad compuso Martínez de la Rosa en 1809, y que contiene brillantes trozos sueltos, termina con esta impertinente ocurrencia:
- La cítara de Young, de ébano triste.
- Cabe el opaco Támesis sonando
- Bajo el oscuro encapotado cielo,
- Bastara sólo á pregonar al mundo
- Tan grave ruina, tan acerbo duelo.