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LA SOMBRA DE CORNELIA

Hijos, si á vuestro padre viene en gusto
Llevar segunda esposa al puesto mío,
Madrastra para vos de ceño adusto,

Acatad humildosos su albedrío,
Y de ella, con cariño y mansedumbre,
Tornad amor el que empezó desvío.

Ni ensalcéis mi memoria por costumbre;
Que, lastimada, ella entender podría
En propia humillación cuanto me encumbre.

Mas si él, honrando mi ceniza fría,
Excusa hacer cuanto á mi sombra ofenda,
Fiel hoy y siempre á la memoria mía,

Allanad luego á su vejez la senda,
Y orne de su viudez el despoblado
De todo vuestro amor constante ofrenda.

Vivid los años que me roba el hado;
Y consuelos disfrute sin medida
Mi esposo de mis hijos rodeado.

Nunca ausencia cruel lloré en mi vida;
Mi muerte fué en mi hogar primer vacío;
Todos lloraron mi final partida.

Y ceso. Atestiguando el dicho mío,
Alzáos los que me honráis con vuestro llanto:
Al lugar de mis padres ir confío
Si, fiel á mi deber, merezco tanto.