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EL CEMENTERIO DE LA ALDEA

Y la pradera verde y esmaltada
Y el árbol favorito visitamos.

"Y corrió un día más, y ni á la orilla
Del arroyo fugaz que frecuentaba,
Ni en el valle profundo que se humilla,
Ni en el alto collado se encontraba.

"Hasta que al otro, en procesión doliente
De la campana al son, con triste llanto,
Le vimos conducido lentamente
Por la senda que guía al campo santo.

"Acércate, y pues sabes, su destino
Leerás en la inscripción que ves escrita
En esa losa, bajo el viejo espino
Cuya desnuda copa el viento agita."

EPITAFIO

Aquí reposa, y la cansada frente
Reclina de la tierra sobre el seno,
Un mancebo ignorado de la gente,
A la Fortuna y á la Fama ajeno.

Su pobre cuna, y de su infancia el llanto
La ciencia no miró ceñuda y fría,
Y sobre él al nacer tendió su manto
La santa y celestial Melancolía.

Fué su alma noble y pura; fué sincero
Su corazón, y su piedad inmensa;