El leve soplo, el plácido gemido
Del viento en la aromática mañana;
La golondrina en el pajizo nido
Sus dulces trinos repitiendo ufana;
La aguda voz del gallo vigilante,
La ronca trompa y el clarín risueño,
No alcanzarán ya más un solo instante
A despertarlos de su eterno sueño.
No más para ellos el hogar sagrado
Dará su alegre fuego en el invierno,
Ni de la esposa el sin igual cuidado
Les mostrará su afán y afecto tierno;
Ni sus niños con pláticas sencillas
Esperarán con mágico embeleso,
Para trepar después á sus rodillas
Y disputar el envidiado beso.
¡Cuántas veces la espiga ya madura
Dobló á sus hoces la cerviz dorada!
¡Cuántas otras la gleba inerte y dura
Rompió su reja y quebrantó su azada!
¡Oh, cuál gozaban al lanzar con brío
En el abierto surco el rubio grano!
Y cómo resonaba el monte umbrío
Del hacha al golpe en su robusta mano!
No la ambición se mofe envanecida
Con insultante risa y gesto duro.
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RELIGIOSAS, FILOSÓFICAS Y MORALES