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LA SALVE
IV LA SALVE[1]


¡Salve, oh Virgen María!
¡Salve, reina inmortal del alto cielo,
Madre de Dios, del ángel alegría,
De los hombres consuelo!
Déja que con los ángeles el hombre
Te salude y te nombre:
¡Salve, Reina inmortal, salve, María!

Virgen, tú nuestra vida,
Tú eres nuestra salud. ¿Sin ti qué hiciera
La pobre humanidad? Ciega y perdida
En sombras falleciera.
Tú al Dragón quebrantaste la garganta,
Virgen, con tierna planta:
¡Tú eres nuestra salud, tú nuestra vida!

Tú eres nuestra dulzura;
Tú, Madre de piedad, nuestra esperanza.
Tus favores, bondades y ternura,
¿Quién á decir alcanza?

  1. Paráfrasis.