Y al eco de tu acento sacrosanto
La noche triste y grave
Acudió envuelta en majestuoso manto,
Brindando al mundo con su paz süave.
Mandaste al mar que fuera,
Y el mar se alzó rugiente
Cual si á los astros apagar quisiera;
Mas allí do tu diestra omnipotente
De arena humilde le trazó barrera.
Allí rompe los ímpetus pujantes,
Y con ronco gemir rinde obediente
Sus olas espumantes.
Por la ecuórea llanura
Nadan seres sin cuento,
Que hallan albergues en su sima oscura
Y en sus salobres ondas alimento;
Mientras las surca lento,
Alzando al resollar chorros de espumas
El gran monstruo marino
Que reina entre las olas y las brumas;
Y naves arrogantes
Tendiendo al aire su turgente lino,
Hacia playas distantes
Se abren entre ellas líquido camino.
Tú alzaste las montañas;
Tú extendiste los llanos;
Tú henchiste de la tierra las entrañas
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RELIGIOSAS, FILOSÓFICAS Y MORALES