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Ricardo Palma

divisoria entre conquistadores y conquistados, que para probarlo me bastará citar el bando que en 17 de julio de 1706 hizo promulgar la Real Audiencia disponiendo que ningún indio mestizo, ni hombre alguno que no fuera español, pudiese tratiear, tener tienda, ni vender géneros por las calles, por no ser decente que so ladeasen con los peninsulares que tenían ese ejercicio, debiendo los primeros ocuparse sólo de oficios mecánicos.

Mientras los patriotas usaban capas de colores obscuros, los recalcitrantes realistas adoptaron capas do paño grana; y sus mujeres, dejando para las insurgentes el uso de perlas y brillantes, se dieron á lucir zarcillos ó aretes de oro.

Con tal motivo cantaban los patriotas en los bailes populares esta redondilla: «Tanta capa colorada y tanto zareillo de oro!....

Si fuera la vaca honrada cuernos no tuviera el toro.»» A la sazón dirigióse al Cuzco el Libertador Bolívar, donde el 26 de Junio de 1825 fué recibido con gran pompa, por entre arcos triunfales y pisando alfombras de flores. Veintinuove días permaneció D. Simón en la ciudad de los Incas, veintinueve días de bailes, banquetes y fiestas. Para conmemorar la visita de tan ilustre huésped se acuñaron medallas de oro, plata y cobre con el busto del Padre y Libertador de esta patria peruana, tan asendereada después.

Bolívar estaba entonces en la plenitud de su gloria, y he aquí el retrato que de él nos ha legado un concienzudo historiador, y que yo tengo la llaneza de copiar.

«Era el Libertador delgado, y de algo menos que regular estatura. Vestía bien, y su aire era franco y militar. Era muy fuerte y atrevido jinete.

Aunque sus maneras eran buenas y sin afectación, á primera vista no predisponía mucho en su favor. Sus ojos, negros y ponotrantes; pero al hablar no miraba de frente. Nariz bien fornada, frente alta y ancha y barba afilada. La expresión de su semblante, cautelosa, triste y algunas veces le fioreza. Su carácter, viciado por la adulación, arrogante, caprichoso y con ligera propensión al insulto. Muy apasionado del bello sexo; pero extremadamente celoso. Tenía gran abición á valsar y era muy ligero; pero bailaba sin gracia. No fumaba ni permitía fumar on su presen cia. Nunca se presentaba en público sin gran comitiva y aparato y era celoso de las formas de etiqueta. Su actividad era maravillosa, y en su casa vivía siempre leyendo, dictando ó hablando. Su lectura favorita ora