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Ricardo Palma

UN OBISPO DE CONTRABANDO

En 1620, poco más ó menos, aparecióse como caído de las nubes en los pueblos del corregimiento del Cuzco y acompañado de dos hermanos legos un monjo cuya orden y nombre nos ha sido imposible averiguar; pues razones para no revelarlos alega el autor del infolio en pergamino que autoriza la autenticidad de este relato.

Era el fraile de gallarda y simpática figura, atildado en el traje y de conversación salpicada de chistes oportunos y chascarrillos decorosos. Decía haber sido presentado por su majestad á la corte de Roma para el obispado de Caracas, vacante á la sazón por muerte no sé si del dominico fray Juan Bohorques ó del franciscano fray Gonzalo de Angulo.

Mostraba á los curiosos no sé qué documentos y traslados, que no de jaban ni pizca de duda de que las bulas venían navegando para América; pero él retardaba consagrarse y hacerse cargo del gobierno de su diócesis, por asistirle urgencia de ir á Potosí para recibir un legado de un su tío materno, rico minero á quien Dios acababa de recogerse.

Antes de que él llegase á la ciudad de los incas, la fama se había encargado de contar maravillas acerca de las virtudes é ilustración del víajero prelado, quien por su parte no descuidó ayudar la vocinglería de aquélla, escribiendo cartas á los provinciales de los conventos del Cuzco, canónigos y vecinos notables.

En todos los pueblos del tránsito fué el caracterizado personaje esplén didamente agasajado, y los hombres pudientes no escasearon obsequios de alhajas y de dinero, á trueque de las futuras episcopales bendiciones.

El recibimiento que le hizo el vecindario cuzqueño fué solemne. Hubo tres días de continua fiesta y mantel largo. Todos so disputaban la honra de hospedar á su ilustrísima, quien decidió acordar tal distinción al prior de los agustinos fray Lucas de Mendoza, fraile paraguayo, notable por su ciencia y virtud á la par que por la fealdad de su estampa, y á quien llamaban el Ercomulgado, porque en una época había incurrido en censura canónica, por la oposición que hizo á la patente sobre alternativa en la elección de cargos.

El padre Mendoza era lo que se entiende por un fraile rumboso; así es que, para el presunto obispo de Caracas y sus dos familiares, alistó las mejores celdas del convento, engalanólas con cortinas de seda, aguamanil y otros utensilios de plata, sillones do cuero de Córdoba con tachuelas de esmalte, mesas de aromática madera de la montaña y cama de nogal