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Tradiciones peruanas

III

El ejército de Vidal, bajo las órdenes del general La Fuente, avanzaba en busca del de Torrico; y éste, preparándose para abrir campaña y salir al encuentro del enemigo, recorria el departamento de Junín, donde estaban escalonados algunos batallones.

Una noche alojóse Torrico en casa del cura de Concepción, y allí se le presentó el teniente Ontaneda.

Qué dice el señor oficial?—le preguntó Torrico, que era un jefe que trataba á los subalternos con llaneza y cortesía.

—Digo, excelentísimo señor, que hace dos meses que estoy prestando mis servicios como supernumerario en el «6.° de linca,» y que, habiendo en él vacante, descaría ser destinado en plaza efectiva.

—Me parece justo y no veo inconveniente—contestó con afabilidad el general. Pero jeómo ha ido usted á ser supernumerario en ese cuerpo, y habiendo vacante no lo ha propuesto su coronel?

—Le diré á vueconcia—respondió tartamudeando el pretendiente.Yo fuí al cuartel en condición de preso..... por una calumnia, señor.... por una calumnia. A nadie le faltan malquerientes...., y ni un santo está libre de verse envuelto en papel sellado.....

—Ahle interrumpió Torrico.—Esos son otros cantares, mi teniente.

Yaya usted tranquilo, que todo se arreglará Apenas se retiró Ontaneda cuando Torrico se informó minuciosamente de la alevosía del oficial, y supo que, aunque la causa estaba concluída, el juez no había creído conveniente todavía notificar la sentencia.

—Que se me presente ahora mismo el juez con el cartapacio—ordenó el general; y pocas horas después juez, escribano y autos estaban ante la autoridad suprema. Torrico so hizo leer las principales piezas del proceso.

Y la sentencia?—preguntó, —Escúchela vuecencia... Fallo que debo condenar y condeno á que sea pasado por las armas.....» Basta! interrumpió el mandatario—Pluma y tintero.

Y el general D. Juan Crisostomo Torrico puso de su puño y letra, al pie del justificado fallo: Cmpluse seis horas después de puesto en capilla el reo, y estampó su rúbrica.

IV

Era la del aiba cuando entraba en Jauja uno de los ayudantes del general Torrico conduciendo un pliego para el coronel D. Pablo Salaverry,