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Ricardo Palma

PARENTACIÓN REAL

al soberano nombre é inmortal memoria del católico Rey de las Españas y Emperador de las Indias el Serenisimo Sr. D. Carlos II, fúnebre solemnidad v suntuoso mausoleo que en sus reales exequias en la Iglesia Metropolitana de Lima consagró a sus piadosos manes el Excelentísimo Sr. D. Melchor Portocarrero Lazo de la Vega, Comendador de la Zarza en el orden y caballería de Alcántara, del Consejo de Guerra de Su Majestad, Virrey, Gobernador y Capitán General de estos reinos y provincias del Perú, Tierra—Firme y Chile.— Escribela, de orden de Su Excelencia, el R. P. M. José de Buendia, de la Compañía de Jeska.—En la imprenta Real del Santo Oficio y de la Santa Cruzada—Año de 1701.— Un volumen de 180 páginas en 4." El 27 de abril de 1701, en momentos de salir de palacio el virrey conde de la Monclova para asistir á una función de catedral, recibió una carta en que le participaban la muerte de Carlos

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el Hechizado, acaecida en Madrid el 1. de noviembre de 1700; y el ó de mayo, por un navío que llegó al Callao, se tuvieron las gacetas y despachos confirmatorios. Entonces se designó por la Audiencia el 27 de junio para la celebración de las exequias que, según el libro que á la vista tenemos, fueron muy pomposas.

Esta, como todas las relaciones de funerales regios, trae una magnífica lámina, grabada en acero, representando el túmulo Veamos la parte poética del libro: El jesuíta Buendía, cuya reputación ha llegado hasta nuestros tiempos y que es citado entre los hombres de talento y ciencia que ha produeido el Perú, escribió el siguiente soneto: «Viviste para Dios lo que reinaste, porque reinaste en Dios lo que viviste, que aunque más vida y reino mereciste en siglos de virtud lo desquitaste.

En uno y otro mundo conquistaste dominios á la fe que estableciste, y de los lauros que á la paz cogiste aun más que á ti la religión laureaste.

En un siglo y un mundo fué la suerte fatal que nos robó dueño tan santo, y en otro mundo y siglo se revierte.

Porque inunda á los mundos dolor tanto que, si un siglo ha acabado con tu muerte, otro siglo principia con tu llanto.

El conde de la Granja, autor del celebrado poema de Santa Rosa, tenía por entonces un hijo colegial do San Martín. El limeño condesito escribió muchos versos, y no hubo certamen ó descripción de fiestas reales en que su musa no eampease. Desgraciadamente el hijo no hace, como