primeros prohombres de la nueva época, agasajados con igual cortesía de la alcaldesa, coadyuvada por la primogénita de su marido el señor don Antonio Escalada, quien nunca le trató como hijastra.
De aquí salió don Mariano Moreno para su destierro disimulado, y más tarde Rivadavia á su proscripción sin término. Del umbral enfrente saltó al caballo de guerra el que fué dejando jirones de gloria en las malezas de los campos de San Lorenzo, Chile y el Perú, como en ese balcón asomaba echando bendiciones á sus vecinas y cuantos pasaban, urbis et orbi, el primer Arzobispo, antes de serlo en la Metropolitana argentina. Más breve enumeración sería la de los que no pasaron, que de los que en hogar tan hospitalario, nacionales y extranjeros, estrecharon sus manos y sus afectos en la antigua dignísima mansión de los hermanos Escalada.
En cuanto á bellezas de la época, parece que la dueña de casa no admitía feas ó medias tintas, sobresaliendo flores más donosas, como pimpollos de bouquet en primavera, las niñas de la casa y éstas eran tantas, que sólo con las de la familia podía formarse baile de primas y primitos.
Estrado frecuentemente concurrido por las señoras de Riglos, Irigoyen, Igarzábal, Pueyrredón, Sáenz Valiente, Lasala, Ibarrola, del Pino,