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ilusiones le esperaba amante al lado de la madre, en la sala de todos los jueves, tomando mate alrededor de la copa de bronce, que entibiaba el ambiente, ó si el pérfido burlón se había introducido subversiva y maliciosamente al dormitorio, para comprometer una inocente!

¡Cuántas veces las apariencias acusan!

Descendió el matador tras el muerto, y al interiorizarse al día siguiente que se le perseguía por homicida, levó anclas, largándose viento en popa á países más fríos, donde la sospecha no mata una inclinación naciente, tal vez donde ni ofuscados por la ira, dan crédito á calumnias sin fundamento.

Quedó sentada y sin visitas, esperando algún tiempo la bella de la calle Esmeralda, suspirando por el ausente, y cuando llegó á saber que, sospechaba en su honra, víctima había sido del burlador, triste y abandonada se melancolizó á extremo tal que en el invierno siguiente, de los trece comensales del viernes 13, once condujeron entre flores al cementerio la pobre virgen calumniada.

¡Oh! si de detuvieran á retlexionar un momentó los sempiternos charlatanes de café, cuánto mal causan, sin remedio luego, sus ligerezas; cuántos sufrimientos infinitos y angustias sin