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TRADICIONES ARGENTINAS

grinación y sus días, presentó la ofrenda, y tan ingeniosamente suspendida fué, que la corriente de aire entre dos pequeñas aberturas le hacía girar de modo que la proa del precioso barquito permaneciera siempre hacia el rumbo que sopla el viento. Los marineros del puerto vecino tomaron la costumbre de ir á cerciorarse por la navecilla qué viento soplaba mar afuera, para aligerar ó retardar la partida.

De aquí provino, según el cronista Guimeran, denominarse Nuestra Señora de Buen Aire á esa iglesia.

III

Averiguado el origen de su nombre, su devoción entre marineros se explica naturalmente. El hombre, medroso por lo general, bien que raptos de audacia le impelan á desafiar lo desconocido, llegado el supremo trance se encomienda al que, juzgando más poderoso, pueda salvarle. Cuando el espíritu helénico se desvanecía, y luego la estirpe latina no invocó á Eolo, Neptuno y Pintón; cuando dejóse de creer que no eran los espíritus errantes de Castor y Pólux lucecitas vagando alrededor de la nave en noches tenebrosas, simples fosforescencias de electricidad atmosférica en lo alto de los mástiles, ó fuegos de San Telmo; cuando después los más incrédulos exclamaban ¡Santa Bárbara bendita! al primer trueno de tempestad, nuevas divinidades del Océano empezaron á reflejar en sus aguas. Banderas, flámulas é insignias, en mascarones de proa, esfinges de popa ó del alcázar, ostentaban á Santa María del Socorro, la Virgen del Carmen, de Mercedes, y en más profusión Santa María de los Buenos Aires. Donde no cabía un templo, se le erigió un altar, y oratorios, ermitas, capillas multiplicáronse con el número de sus devotos.

Aun cuando ya no andaban moros por la costa, no sólo en las de Italia, Francia, España, Portugal, en todas las del Mediterráneo hubo piadoso creyente que encendiera lámpara ante su imagen, que en muchas ocasiones fué verdadero faro celeste en las tinieblas. Ya en la época de Colón muchos constructores de bitácoras grababan esta Virgen en el centro de la rosa de los vientos.

Desentrañando el origen que dió nombre á una imagen, náufraga en Cerdeña cuando ésta pertenecía á España, según lo refiere el Mercedario Sulís (Notizie Storiche della Statua Miracolosa de Maria Vergine di Bonaria, che si venera in Cagliari, nella chiesa del R. R. P. P. della Mercede), se complementa su tradición, por la que corre en las costas de Italia y España.

Refiérese que entre los marineros sardos que trajeron imágenes de