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DOCTOR P. OBLIGADO

la vez que el obispo la solicitaba para la catedral, los Mercedarios para el convento y el capitán para su nave.

Referia éste que en breve, pero horrorosa tempestad de la noche anterior, cuando dió orden de arrojar todo para aligerar la nave, hasta que esa misteriosa caja (cuya procedencia ignoraba) cayó al agua, no se habían serenado el cielo y el mar. Que á la mañana siguiente, deseando salvarla por ser lo único que flotaba, apresuróse á reembarcarla; pero la corriente le llevaba siempre adelante, y cual á imán irresistible seguía la embarcación sin que los mayores esfuerzos consiguieran hacerla derribar al rumbo de su destino (de Barcelona á Sicilia).

Ultima vista recién sacada de la Avenida de Mayo, 1902 (Buenos Aires)


En la doble votación de aquel dia de elecciones al aire libre, triunfando los Mercedarios del convento en la montaña, allí la subieron, y colocada en el altar de la entrada, miserabile visum!, sobre el altar mayor la encontraron á la mañana siguiente. La antigua Virgen de Cáller cedía su puesto á la recién venida, cumpliéndose la profecía del Padre Catalano, que cuando llegara una Virgen con ese nombre, en buenos convertiría los aires que infestaban los alrededores.

Otra tradición agrega que cierta devota en peregrinación á Tierra Santa, tocando en Cerdeña, visitó la Casa de la Madre de Dios, posteriormente denominada de Bonaria. Llevaba una pequeña navecilla de marfil para dejarla como exvoto en la iglesia del Santo Sepulcro. Sintiéndose aliviada de su enfermedad, y determinando concluir allí la pere-