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JUICIO LITERARIO

personajes, sin ofender la moral ni las buenas costumbres —puesto que no introduce hasta el hueso el bisturí de la crítica, sino que, manteniéndose en una atmósfera de prudente ingenuidad, aumenta el mérito de sus cuadros sobre la retardada sociedad de antaño.

Por lo que hace á la presente serie ó puñado de tradiciones argentinas, como las llama el autor en su lenguaje pintoresco, es una labor concebida y llevada á término bajo un plan meditado, brindándonos en ella la rubia espiga sembrada con intención sana en campo exuberante y apenas explotado, la que deja al alcance de todos, después de animar con el soplo de su inventiva á hombres y hechos que pasaron, pero dignos de perpetua recordación.

La frase suelta y exenta de esa especie de anquilosis que se nota en otros congéneres, también es aventajada en gracia y en facilidad, dejando traslucir sus conocimientos en las apreciaciones que emite, no menos que su percepción estética.

Narrador feliz y oportuno, exorna y da realce hasta tener pendiente de su relato al lector, fingiendo á las veces candidez para interesar ó divertir; pero la claridad surge en él como un manantial de luz, haciéndole orillar las frases vagas ó conceptos poco determinados, y aunque refiera lo inverosímil, parece no serlo: tales son la maña, habilidad y primor con que lo hace, pudiendo repetir con el genial Hartzenbusch: «Mis tradiciones fueron escritas más bien para deleitar con la amenidad de la narración, que con la verdad de los lances.»

Es, pues, un hecho averiguado que la tradición desarrollada con destreza, cautiva y apasiona. Así, leyendo en Europa á un célebre catalán (Balaguer), de estilo tan sencillo como elegante, hizo surgir en nosotros y realizar el anhelo de ver en persona, entre otras, las ruinas imponentes del castillo de la Mota, en Medina del Campo, donde residió doña Juana La Loca y acabó sus días Isabel la Católica.

Empero, nuestro compatriota sabe también comunicar ese fuego sagrado que se transforma en claridades de nobilísimo entusiasmo, al desempolvar las tradiciones de ese suelo, dueño de un pasado tan glorioso como es inmenso su porvenir.

Desapegado por temperamento y por sistema, de la pasión política que todo lo absorbe, sus gustos literarios le llevan á otro escenario, bien alto el confalón humorístico que simboliza su pluma original é innovadora y de cuyos puntos brotan equívocos y reticencias que dan forma seductora á su pensamiento. Así, de un chascarrillo popular, de una efeméride cualquiera, de un aniversario ó de un pasaje histórico poco dilucidado, sobre dichos ó hechos de hombres notables, el tradicionista nacional