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JUICIO LITERARIO

Tal es el sujeto del libro digno de popularidad, á cuyo frente trazamos estas páginas.

Su autor, como en los que lleva publicados de índole semejante, es ya un especialista en el género de literatura que cultiva, el que, adelantando cada día, ha logrado dominar la materia, siendo bien conocido, no sólo en los países del habla americana, sino también en otros de ambos continentes, cuya prensa periódica y revistas literarias hace años reproducen con frecuencia ó vierten á su idioma, como un atractivo, las tradiciones bonaerenses, acompañándolas de los juicios más alentadores.

El doctor Obligado ha elegido por tema de las presentes, como de las anteriores tradiciones, episodios que podemos llamar nacionales, agrupados en acertadas síntesis, abarcando en sus páginas el Alto Perú (hoy Bolivia), Paraguay y la Banda Oriental del Uruguay, provincias todas que integraban el antiguo Virreinato del Río de la Plata —vale decir, la patria vieja, grande, tal como la conocieron nuestros antepasados, como la soñamos los presentes y quizá puedan verla más tarde nuestros venideros.

Estas narraciones amenas y rebosando en interés dramático, á la vez que saturadas por el sentimiento criollo, revelan nuestros hábitos en el pasado, que es el objetivo que persigue y ha conseguido su autor al bordar la leyenda en la que nos hace asistir con curiosidad y misterioso encanto á escenas entretenidas de la remota época colonial, como á otras afligentes en la fatigosa gestación de nuestra vida autonómica.

Durante la larga travesía desde Madrid á Huelva, para concurrir al Congreso Internacional en Santa María de la Rábida, departiéndose de todo un poco, oímos exclamar á un compañero de cruda trasnochada: «¿Conque, según usted, su compatriota y mi amigo Pastor Obligado me considera como su maestro? Efectivamente, la lectura de sus numerosas tradiciones me proporcionó ratos agradables, demostrando también que ellas pueden ser cultivadas con éxito fuera de Lima, por una pluma que no está destituida de las galas del buen decir.»

Tal opinaba Ricardo Palma, reputado príncipe del ingenio y de quien se ha dicho con justicia que desde la mina escabrosa saca á la luz del mundo literario ese grano de oro sin liga que resplandece en sus Tradiciones con brillo insuperable.

Realmente, el exquisito coleccionador de frases, refranes y joyas viejas tenía razón al emitir aquel juicio benévolo, porque los libros de nuestro festivo tradicionista también nos hacen vivir en el tiempo que fué, con ese chispeante y malicioso estilo que roza apenas la epidermis de sus