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cualidades, contemplan en ella algo que no es la artista. Lo mismo se puede decir de las habilida- des que se lucen en cualquier sociedad particular. Durante un concierto, el hombre formal y el hom- bre frívolo gozan; después, éste cifrará su gusto y su amor propio en acercarse á la mujer aplaudida, y el otro no procurará estar más relacionado con ella, que con la pieza musical recien cantada ó tocada. No niego que, con excepción de los hombres de mérito, pueda verse rodeada de numerosos lisonje- ros; pero el prestigio que le. den será el de la noto- riedad, no el de la consideración ni el de la distin. ción.
Es mujer distinguida aquella en quien sus ideas, sentimientos y hábitos son elevados, á lo menos por la facultad de comprender y de interesarse; si es jóven, no dejará de tomar parte en los recreos pro- pios de su edad; y si no lo es, aceptará el grado de frivolidad necesario para no quedarse extraña á la sociedad en que viva. No irá á un baile para hacer- lo teatro de una conversación sobre moral ó litera- tura; mas en medio del bullicio de un salón se reco- nocerá en ella lo que pueda ofrecer como asuntos de conversaciones interesantes, y lo que hace apete- cible tratarla con estrechez; se dará importancia á sus Opiniones, se deseará su estimación, y las inteli- gencías superiores á la suya se complacerán en comu-
