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POLÍTICA DOMÉSTICA 333

mejor parte del tiempo de la pensionista; quedan, pues, á la imaginación de ella muchos ratos de ocio, y es imposible esperar que los emplee siempre de la manera más razonable; el menor inconveniente sería que los consagrase á cosas insignificantes, sin otro interés que el de pasar el tiempo, y nada más fácil que conseguir esto en una reunión numerosa. Para nosotras las mujeres, el movimiento exterior suele ser bastante para distraernos, evitándonos el hastío de la ociosidad; mas es perjudicial adquirir el hábito de semejante distracción, porque dispensa de todo esfuerzo, hasta el punto de quitar el deseo y aun la facultad de obrar: necesitamos encontrar en nos- “otras mismas recursos para ocuparnos. A los hom- bres, sus negocios, la precisión de mejorar de posi- ción social, la ambición y otros móviles, ofrécenles mil motivos de ejercitar con interés su acción; pero nuestros móviles son ménos exteriores: nosotras necesitamos para dedicarnos á ocupaciones—y so- bre todo á ocupaciones serias—afición determinada % voluntad enérgica, porque es raro que estemos absolutamente obligadas. Muchas mujeres prefie- ren la sociedad más insulsa á una hora de soledad que les impondría la tarea de hacer algo para su propio entretenimiento: menester es que la mujer

sepa estar sala, y en el colegio se aprende lo con- trario.