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POLÍTICA DOMÉSTICA 257

bueno será dejarle la iniciativa, respecto á muchas cosas, para poder juzgar de sus aptitudes; y tam- bién será indispensable introducirla en la vida so- cial, bajo la influencia maternal, pero sin opresión, Hay madre que con falsa superioridad y con fama de hermosa y elegante, procura oscurecer en la so- ciedad á la hija á quien suele llevar consigo, para de- jarla en segundo término y conseguir brillar en el primero, á los cuarenta años muy cumplidos, lle- vando las flores más lindas, el tocado más propio de una joven, las telas más vaporosas, con todo el arte posible, á fin de pasar por hermana mayor de su hija. ¿No debe extender la madre su abnegación hasta olvidarse á sí misma por su hija, ante la so- ciedad?

El objeto final de la educación de las niñas sería formar, si fuese posible, mujeres perfectas, esto es, dotadas de los méritos y cualidades que atraen esti- mación, respeto, simpatía y admiración; pero como no se puede realizar siempre este ideal, necesario es á lo menos acercarse á él cuanto sea posible; necesario es que la madre tenga en su mente este ideal, no para persuadirse, con ciega parcialidad, de que lo ha realizado en cada una de sus hijas, sino para esforzarse por disminuir la diferencia existente entre el modelo y la copia. Para educar á las hijas, es indispensable una solicitud maternal mucho más