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POLÍTICA DOMÉSTICA 179

porque hayan dejado de provocarse con alusiones trasparentes, con palabras de sentido equívoco, con reflexiones aparentemente inofensivas, que hieren á un miembro de la familia, y avivan el fuego que parecía extinguido.

De esa manera, la vida doméstica llega á ser un verdadero infierno, donde reinan furiosos ren- cores y terribles desesperaciones. Cada cual se conduce como en un campo de batalla, se fortifica para pelear ventajosamente, combina planes de ata- que y defensa, prepara aliados; en una palabra, vi- ve como el soldado que está bajo el fuego del enemigo. Los vínculos forzosos no impiden que la lucha tenga efecto á veces, de la manera más ruda: los odios que es preciso ocultar bajo las formas de los afectos ¿no son los más persis- tentes? ¿no se hacen profundos por los sacrificios y las humillaciones á que dan lugar? Por otra parte, no hay que perder de vista la extraordina- ria facilidad con que ciertas naturalezas absorben el odio, que llega á ser para ellas una necesidad imperiosa, una segunda vida. Aun las almas más “benévolas se hacen fácilmente irritables y sufren mucho, cuando están heridas: hay en los corazo- nes, aun en los más bondadosos, fibras tan im- presionables que nunca se las hiere impunemente: tales son los orígenes de las contiendas que turban á muchas familias.