114 POLÍTICA DOMÉSTIGA
que si su hija ha estado indispuesta para recibir la lección del maestro de música, lo estará más para soportar una partida de campo, y rehusa con fir- meza dar su consentimiento á la perezosa, presa en sus propias redes, por lo cual llora descontenta, tris- te, desolada. La madre está inquieta por la salud de su hija, la profesora ha sido contrariada, y Dios sabe lo que á Luisa dice la voz de su conciencia. Así llegará el dia en que para dedicar á Luisa á las obligaciones domésticas, se dé por terminada su instrucción elemental; y entonces, con el espíritu en- torpecido y las manos poco adiestradas, reconoce- rá que ha perdido mucho tiempo, que es una mu- jar inútil, incapaz y culpable de su incapacidad.
A las jóvenes sinceras que lean estas líneas y sean algo perezosas ó hayan observado que alguna de sus amigas lo es, las invitamos á reconocer cuán grave es ese defecto, cuán censurable es el compor- tamiento á que conduce, cuán ridículas é ignorantes aparecen las que por desgracia lo tienen. Huid de incurrir en ese vicio, puesto que el Creador no ha dotado de tantas y tan extensas facultades á sus criaturas superiores para que estén inactivas, sino