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POLÍTICA DOMÉSTICA 113

bros contienen, ni pedir sobre ellos la más ligera ex- plicación. Incomodada, porque no aprende al mo- mento la lección, cambia de libro, hace un estudio semejante al anterior y no obtiene mejor resultado. Entonces quiere hacer otra cosa, pero ¿cuál? El cál- culo es muy difícil, y la profesora lo hará pronto y bien. ¿Hará un análisis gramatical? No lo compren- de, porque no ha oido las instrucciones que se le han dado; tuvo distraida su atención, mientras la profe- sora se esforzaba por explicarle con claridad y sen- cillez. Ha pasado así una gran parte del tiempo des- tinado al estudio, y no le queda más que media ho- ra durante la cual va á escribir una plana: he aquí su triunfo, pues para conseguirlo no necesita traba- jar mucho; se cuida poco de principios caligráficos, y, cuando concluye respira con satisfacción, se frota lle- na de alegría las manos y se reclina sobre el sofá.

Un golpe en la puerta interrumpe el dulce des- canso á que Luisa se ha entregado. Es una esque- la que una de sus amigas le dirige, invitándola á un paseo campestre. Luisa se levantó en seguida, porque no es de esas jóvenes cuya indolencia no «las deja interesarse en las diversiones. Abandona su gabinete de estudio, va á su cuarto, se hace peinar de nuevo, pide un lindo traje, no dudando que su cariñosa madre le permitirá ir; pero Luisa está equivocada, su mamá piensa, con mucha razón,