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LEON TOLSTOI
 

ceder fatalmente, a una hora dada, como la salida del sol) cuando, después de formar sindicatos y corporaciones, de hacer proclamas y de enviar a sus partidarios a los parlamentos, hayan ido mejorando cada vez más su situación y lleguen al fin hasta apropiarse todas las fábricas, todos los talleres, todos los instrumentos de producción, la tierra entre otros, entonces serán completamente libres e independientes". Y aunque esta doctrina está llena de vaguedades, de proposiciones arbitrarias, de contradicciones, y en una palabra, de tonterías, ella se esparce cada vez más desde hace un tiempo.

Esta doctrina se acepta no solamente en los países donde la mayoría está ya desde hace varias generaciones substraída al trabajo agricola, sino también allí donde la mayor parte de los trabajadores no piensan todavía en abandonar la tierra.

Uno creería que la doctrina que exige ante todo que se arranque al trabajador rural al medio habitual sano y placentero de los diferentes trabajos agrícolas, para colocarlo en las condiciones malsanas, tristes y peligrosas del trabajo monóto no y embrutecedor, quitándole la independencia de que goza el obrero agrícola, y obligándolo a la sujeción completa y servil del obrero de fábrica para con su amo, uno creería, repito, que esta doctrina no podría tener el menor buen éxito en los países donde los trabajadores viven todavía de la tierra y se alimentan con el trabajo de la misma. Pero esta doctrina, y lo que se llama el socialismo, es aceptada de muy buen grado (aun en un país como la Rusia, donde el 98 o[o de los trabajadores están empleados todavía en la agricultura), por el 2 olo restante de obreros que han sido desviados de los trabajos agrícolas o que han perdido la práctica de ellos.

La causa de esto está en que, al abandonar los trabajos agrícolas, el obrero se deja subyugar a pesar de él por las seducciones inherentes a la vida de las ciudades y de las fá bricas. Y la justificación de estas seducciones se la suministra la doctrina socialista que considera el aumento de las necesidades como una condición del perfeccionamiento del hombre.