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EL PRÍNCIPE FELIZ
M
UY por encima de la ciudad, en una columna alta, estaba la estatua del Príncipe Feliz. Estaba dorado por todas partes con finas hojas de oro, por ojos tenía dos brillantes zafiros y un gran rubí rojo ardía en la empuñadura de su espada. Fue muy admirado por cierto. "Él es tan hermoso como una veleta," comentó
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