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XXXVI.

No esté el señor Belerofonte ufano

de que un monstruo rindió, que eso es Chîmera.

No se aplaudan hazañas del Tebano,

que son fábula, historia y friolera:

vengan acá, si están por ahí à mano,

llevarán dos lecciones de qualquiera

de estos chulos, que en semejantes lides

Belerofontes son, y mas que Alcides.

XXXVII.

Luego que al Mar el Sol retire el coche,

(cuyas priesas serán extraordinarias)

de gala vestirá la obscura noche

con antorchas, hogueras, luminarias:

en las pálidas sombras tal desmoche

hará la multitud de luces varias,

que se verá, que en mi brillante alfombra

admira todo, pero nada asombra.

XXXVIII.

El ayre vestirán cien mil cohetes,

y viendo deslucir sus explendores,

andarán las estrellas à cachetes,

huyendo los chisperos voladores:

el raso azul se volverá droguetes

con listones de luz de mil colores,

y si no pilla el Sagitario el trote,

temo, que le chamusquen el vigote.