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XXIV.

Carlos::: ¡valgame Dios! Quanto deseo

verte, Señor, despues de tantos años,

que por allá te fuistes à buréo

à dar la vida à Lazaros uraños:

vuelve à ser de mi afeƈto digno empleo,

y pues ya renunciaste los extraños,

ansiosa de gozarte aqui mi tienes,

que si vienes, mi bien, por mi bien vienes.

XXV.

Ya sabes tú, que apenas he logrado

de tu vista jamás, sino à lo lejos,

que como andabas siempre retirado,

escasos de tu luz logré reflejos.

Si à la Casa del Campo acelerado

fuiste tal vez à despachar Conejos,

eché à rodar por verte, à toda broza

el corazon, detrás de tu Carroza.

XXVI.

Ven à ser mio, ven, ¡qué felíz suerte!

A nadie tengo de dar parte,

y en llegando entre puertas à cogerte,

he de darme un hartazgo de mirarte:

toda he de deshacerme, por hacerte

quanta expresion conduzca à cortejarte,

y asi dispongo, que mi gente ufana

eche su bodegon por la ventana.