Página:Sucesos de las islas Filipinas por el doctor Antonio de Morga (edición de José Rizal).djvu/98

Esta página ha sido corregida
— 52 —

los Buhahayenes, que les salieron al encuentro, con sus campilanes y carazas[1] y otras armas, y por diversas partes acometieron á los Españoles, que por ser el sitio cenagoso y espeso del zacatal, no podían (con el concierto necesario) hacer lo que convenía; aunque se trabajaba por el maese de campo, y capitanes que llevaban, en concertar la gente y animarla, para que hiciesen rostro á los Naturales. Miraba lo que pasaba, desde la galera capitana, el gobernador Esteban Rodriguez de Figueroa, que no pudiendo sufrir el poco concierto de su gente, tomó las armas: y con tres ó cuatro compañeros, se hizo echar en tierra: y llevándole su morrion un criado, por ir mas ligero, fué atravesando por una parte del zacatal, á donde era la pelea. Salió un Indio enemigo al paso (sin ser visto[2])

  1. Kalasag, escudo ó rodela. El general de estos Buhayenes, según Argensola, era el célebre Silonga, de quien el P. Chirino cuenta la anécdota sucedida en el río de Mindanao:
    «Teniendo los Españoles sentados sus Reales y presidios en aquel rio, y ciertos baxeles en el agua, se ofreció un casamiento de un principal amigo con hija, ó hermana de otro principal, que estaba mas adelante el río arriba: por la amistad el General deste campo le quiso hacer onra, que fuesen dos galeotas arriba, á traerle la esposa. Estaba en el paso el enemigo Mahometano llamado Silongan, el cual sabiendo, que los nuestros habian pasado, y quando habian de volver: aunque de hecho traian rompida guerra, no trató de enojarlos al pasar con la novia: antes salió descubierto á la orilla del rio con un traje, y paso grave, y un avanillo en la mano, haziéndose aire, á mirar de propósito las galeotas y gente dellas. En reconociéndole nuestros soldados con orgullo de mozos, y odio de enemigos, calaron las mechas, y le dispararon algunos arcabuzes: cuyas balas (asestadas á los pies por gallardía) aunque dieron cerca, no le acertaron, ni causaron en él mudamiento, ni alteración alguna más que si fuera burla, lo que pasaba.» (pág. 81). Más tarde distinguióse en muchas invasiones piráticas en Bisayas é islas adyacentes.
  2. Argensola (loc. cit) nos ha conservado el nombre de este Indio: llamábase Ubal; había dado dos días antes un banquete matando una vaca(?) suya y prometiendo quitar la vida á Esteban Rodriguez de Figueroa, promesa que cumplió. El P. Colín llama a este Indio traidor, no sabemos por qué. Los de Buhayén estaban en su tierra, no habían ofendido ni declarado la guerra á los Españoles; tenían que defender sus hogares contra un invasor muy poderoso, con superiores fuerzas, muchos de los cuales eran, por sus armaduras, invulnerables para los rudos Indios, expuestos á las balas