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reprendió á los Españoles por lo que habían hecho en su ausencia[1]. Y quitándoles todo lo que tenían, de las presas de los Chinas y Cambojas, se salió á la mar, para hacer este viaje á Manila[2]. Belloso y Blas Ruiz le persuadieron, que á lo menos fuese á la Cochinchina, donde se tenía noticia que había aportado la galera que se alzó, cuando mataron al gobernador Gomez Perez, y que allí estaba el estandarte real, y artillería que en ella se llevaba; y lo pidiese, y que ellos se ofrecían, entre tanto que trataba deste negocio, irían por tierra al reyno de los Laos, donde el rey Langara de Camboja estaba, para traerlo á su reyno. Inclinóse á esto el Capitan Gallinato, navegó la costa, hasta entrar en la bahía de Cochinchina; donde, aunque fué bien recibido (al parecer) de los naturales de la tierra, nunca quiso desembarcarse de los navíos; y desde ellos envió á visitar al rey de Tunquin (que es el mayor de aquel reyno) con Gregorio de Vargas; y tratarle del negocio de la galera, estandarte y artillería: y mientras en esto se entendía, dió licencia á Blas Ruiz y Diego Belloso, saliesen en tierra, y procurasen hacer la jornada á los Laos; que por desviarlos de sí, y dejarlos en esto ocupados, sin que le pudieren hacer en Manila malos oficios sobre la salida de Camboja, vino fácil en lo que le pidieron.

Fueron Diego Belloso y Blas Ruiz á el rey de Si-

  1. Como insinúa lord Stanley, no es de suponer que Gallinato haya obrado por timidez, porque era un soldado que había servido mucho, antes y después de esta expedición, y cuyas cualidades como militar Andrea Furtado de Mendoza se complacía en ensalzar y reconocer. Sin embargo, al través de las palabras de nuestro autor se respira algo como una censura de la conducta de Gallinato, y se dejan adivinar muchas cosas que el historiador no ha querido trascribir.
  2. Si Gallinato consideraba injusto lo hecho con los Chinos y Cambojas, ¿por qué no les devolvió sus haciendas? Probablemente por conservar el prestigio, ó acaso por estar inspirado en el mismo sentimiento que animaba á Felipe II, cuando reprendió á don Gonzalo Ronquillo por haber introducido los impuestos de 2 y 3 0/0 sobre las mercaderías, pero sin embargo no los quitó.