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CAPÍTULO TERCERO


Del Gobierno de Don Gonzalo Ronquillo de Peñalosa, y de Diego Ronquillo, que por su muerte sirvió el cargo.


Con la mucha noticia que en Corte de su Magestad se tenía de las cosas de las Filipinas, y de la necesidad que tenían de ser proveidas de pobladores, y gente que las fuese pacificando, para que esto se hiciese mejor, y á menos costa de la real hacienda, se hizo asiento con don Gonzalo Ronquillo de Peñalosa, natural de Arévalo, Alguacil mayor de la Audiencia de Méjico, que andaba en Corte, para que con el gobierno de las Filipinas por su vida llevase seiscientos hombres de los reynos de Castilla, solteros y casados á las Filipinas, haciéndole para ello su Magestad algunos socorros, y comodidades, y otras mercedes, en premio deste servicio.

Aprestóse don Gonzalo para el viaje, y habiendo levantado la gente, y teniéndola levantada en el puerto de san Lucar de Barrameda, al salir con la flota por la barra, uno de los navíos que traía, se perdió. Volvió á rehacerse, aunque no de tanto, como primero llevaba, y hizo su viaje á tierra firme, y por Panamá embarcó su gente por la mar del Sur, y hizo vela para las Filipinas, donde llegó, y entró en el gobierno por el año de mil y quinientos y ochenta.

Don Gonzalo Ronquillo fundó una poblazon de Es-

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